Desde hace siglos, los físicos saben que la luz también transmite energía. Por esta razón, no han sido pocos los intentos de distintas personas para lograr convertir esa energía en algo útil y tangible.

Si bien algunos inventos fueron viables, los materiales necesarios resultaban extremadamente caros y frágiles, por lo que invertir en ellos no eran rentable.

Ante las diversas dificultades que se interponían en lograr que la energía solar fuera aplicable a usos cotidianos, el futuro parecía poco prometedor. Además, siglos atrás los combustibles fósiles estaban en pleno auge, eran baratos y relativamente fáciles de explotar. La energía solar quedaba sepultada.

O al menos eso se pensaba, ya que había un hombre llamado Charles Fritz, que no podía quitarse la idea de lograr transmitir la energía del Sol a los artefactos de la época. ¡Era energía ilimitada y revolucionaría la industria!

En 1883, Fritz presentó algo «mágico», una celda solar que era capaz de convertir los rayos provenientes de nuestra estrella en electricidad.

Su invento llamó la atención y estuvo en los titulares de los diarios de la época, pero rápidamente quedó olvidado y nunca se le llegó a dar un uso práctico de las industrias.

Ya para el año 1904, el norteamericano Henry Wilsie también había logrado almacenar la energía generada durante el día, para ser utilizada durante la noche. Otro esfuerzo aislado que se sumaba a la lista de esperanza para ahcer de la energía solar una energía alternativa.

Incluso el mismísimo Albert Einstein experimentó con la energía solar fotovoltaica, lo que le valió el Premio Nobel de Física en 1921 por el descubrimiento del efecto fotoeléctrico.

Con el correr del tiempo, el interés de los científicos logró acrecentarse de tal manera, que en 1950 un grupo de físicos de los laboratorios de Bell, descubrieron accidentalmente el potencial uso del silicio para la tecnología solar. Gracias a este compuesto químico, el desarrollo de los paneles se abarató lo suficiente como para gestar la energía solar que hoy se conoce.

Desde ese entonces hasta la actualidad, se pueden ver paneles solares en casas, edificios, campos y hasta en bolsillos para alimentar baterías de dispositivos eléctricos.

La energía solar no solo es viable, sino que es renovable, limpia y accesible geográficamente en todas partes del mundo. Si bien es cierto que sí es tenida en cuenta por la mayoría de las personas, países y empresas del globo, aún hace falta un compromiso más fuerte para dar un salto energético a nivel social, económico y humano según informa TRV Eco Energy.